martes, 27 de enero de 2015

Yaresanismo

La manifestación de la verdad oculta

El estrato más primitivo de la doctrina yaresaní se origina, según H. Halm, en las vegas de los ríos Tigris y Karún, centros de las doctrinas chiíes «extremistas» nosairíes durante el período islámico clásico y hasta el siglo XVI.5 De ahí la profesión de creencias fundamentales como la división del Universo en un aspecto realidad profunda oculta (bâtin) y otro de manifestación histórica aparente (zâhir);6 así como la visión de la Historia como siete teofanías sucesivas,5 cuyas cuatro primeras corresponden a grados progresivos de desarrollo del conocimiento7 y son objeto de acuerdo entre las distintas fuentes yaresaníes: el Creador Jâvandagâr, Mortezâ Alí, Shah Joshín y Sultán Sahak, culmen de la sucesión teofánica, mientras que las tres posteriores son identificadas diferentemente por las distintas comunidades.7
Cada manifestación de la Divinidad se presenta acompañada por cuatro ángeles auxiliares (yârân-e châr malak) que son emanaciones suyas y una quinta figura angélica femenina (Râzbar o Ramzbar) que vela por el cumplimiento de las prácticas religiosas.7 En las dos primeras teofanías, los nombres de los ángeles pertenecen a la tradición islámica chií golat.,5 con el profeta del Islam concebido como una de estas emanaciones y ángeles auxiliares de la Divinidad aparecida bajo la forma de Morteza Alí.7 y con Fátima como ángel femenino.5 Las leyendas de la tercera teofanía (Shah Joshín) se desarrollan en parajes de Lorestán y, según Halm, pertenecen a la primera fase de desarrollo de la doctrina fuera de las citadas vegas. Las creencias de la cuarta teofanía corresponderían a la forma definitiva de la tradición yaresaní en los territorios goraníes.5

Metempsícosis y escatología

La doctrina en la sucesión de teofanías se corresponde con la creencia en la reencarnación. Cada alma pasa por un ciclo de 1.001 encarnaciones, a lo largo del cual son retribuidas por sus actos, aunque los «oscuros» jamás «verán el Sol». El sufrimiento en el ciclo incrementa la luminosidad del alma y la acerca a Dios. Los Ahl-e Haqq esperan con fervor el advenimiento del Señor del Tiempo que «cumplirá los deseos de los Amigos y envolverá el Universo». Los poderosos serán exterminados. Los buenos accederán al Paraíso y los malos serán aniquilados.7

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