Maiombe es la practica de la creencia ancestral de origen bantu... en dondeinteractuan en una trilogia perfecta y armonica el hombre ... los ancestros... yuna energia creadora... en pro de un objetivo comun.Mediante la utilización de distintos tipo de ceremonias las cuales se realizanen base a n bien personal o bien colectivo o grupal.Podemos dejar como ejmplo los ritos de npagu ni nyumbe o npagu ni bakulu, queson actos de desagravio a los ancestros mediante ofrendas y nsamba. Ya que secreen que un ancestro molesto podría causa o repercutir en diferentes tipos decalamidades.. lógicamente tambien teniendo en cuenta los 4 preceptos básico dela cosmovisión Bantu "Muntu = hombre = algo Kintu, Hantu = lugar y tiempo, modo= Kuntu.Si las cuatro categorías de la filosofía bantu. Todo lo que es, cada entidad,cualquiera que sea la forma en que se presenta, se pueden incluir en estascuatro categorías. Fuera de estos, no hay nada que se pueda imaginar. Ntu es lafuerza la energía vital el verbo hecho palabra en la creación de universo, lagracia divina etc..en el universo en sí, que nunca aparece en su camino por separadofenomenal: Muntu, Kintu, Hantu y Kuntu " podemos apreciar que cada una de laspalabras terminan en NTU
El africano ha nacido
en una sociedad que cree en la brujería y, por esa razón, la estructura
misma de su pensamiento, desde la infancia, se compone de ideas mágicas y
místicas. Más importante todavía, dado que la magia y la brujería son
cosas vividas, mucho más que razonadas, es el hecho de que sus acciones
cotidianas se vean condicionadas por dichas creencias.
Manismo, propiamente, significa culto a los antepasados, y es innegable
que los bantús dedican a sus muertos una atención muy especial.
Para ellos, todo lo que existe es energía y el hombre es Mu-Ntu, lo que
significa energía vital, espíritu, alma. Pero, debido a esto, su esencia
no es estática e incorruptible, sino dinámica y perecedera. El Mu-Ntu
es algo que evoluciona; nunca permanece en situación estática. La muerte
no implica la aniquilación del Mu-Ntu, sino el abandono, por parte de
éste, de su envoltura corpórea humana.
La metempsicosis, creencia en la transmigración del alma de un cuerpo a
otro, no resuelve definitivamente la situación del Mu-Ntu desencarnado:
éste precisa, a toda costa, subsistir como fuerza personal, y, para
lograrlo, para evitar la extinción, la muerte total y sin remedio, busca
el contacto con sus descendientes vivos.
Estos no pueden permitirse el lujo de desentenderse de los Mu-Ntu
desencarnados de sus allegados, ya que los difuntos, antes de
desaparecer en la nada, se vuelven peligrosísimos y se vengan
despiadadamente con sus influjos negativos.
Por el contrario, si los vivos procuran «revitalizar» a un Mu-Ntu
desencarnado, éste los recompensará con su protección.
Las relaciones entre vivos y muertos no son esporádicas, sino íntimas y
permanentes.
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El africano ha nacido
en una sociedad que cree en la brujería y, por esa razón, la estructura
misma de su pensamiento, desde la infancia, se compone de ideas mágicas y
místicas. Más importante todavía, dado que la magia y la brujería son
cosas vividas, mucho más que razonadas, es el hecho de que sus acciones
cotidianas se vean condicionadas por dichas creencias.
Manismo, propiamente, significa culto a los antepasados, y es innegable
que los bantús dedican a sus muertos una atención muy especial.
Para ellos, todo lo que existe es energía y el hombre es Mu-Ntu, lo que
significa energía vital, espíritu, alma. Pero, debido a esto, su esencia
no es estática e incorruptible, sino dinámica y perecedera. El Mu-Ntu
es algo que evoluciona; nunca permanece en situación estática. La muerte
no implica la aniquilación del Mu-Ntu, sino el abandono, por parte de
éste, de su envoltura corpórea humana.
La metempsicosis, creencia en la transmigración del alma de un cuerpo a
otro, no resuelve definitivamente la situación del Mu-Ntu desencarnado:
éste precisa, a toda costa, subsistir como fuerza personal, y, para
lograrlo, para evitar la extinción, la muerte total y sin remedio, busca
el contacto con sus descendientes vivos.
Estos no pueden permitirse el lujo de desentenderse de los Mu-Ntu
desencarnados de sus allegados, ya que los difuntos, antes de
desaparecer en la nada, se vuelven peligrosísimos y se vengan
despiadadamente con sus influjos negativos.
Por el contrario, si los vivos procuran «revitalizar» a un Mu-Ntu
desencarnado, éste los recompensará con su protección.
Las relaciones entre vivos y muertos no son esporádicas, sino íntimas y
permanentes.
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El africano ha nacido
en una sociedad que cree en la brujería y, por esa razón, la estructura
misma de su pensamiento, desde la infancia, se compone de ideas mágicas y
místicas. Más importante todavía, dado que la magia y la brujería son
cosas vividas, mucho más que razonadas, es el hecho de que sus acciones
cotidianas se vean condicionadas por dichas creencias.
Manismo, propiamente, significa culto a los antepasados, y es innegable
que los bantús dedican a sus muertos una atención muy especial.
Para ellos, todo lo que existe es energía y el hombre es Mu-Ntu, lo que
significa energía vital, espíritu, alma. Pero, debido a esto, su esencia
no es estática e incorruptible, sino dinámica y perecedera. El Mu-Ntu
es algo que evoluciona; nunca permanece en situación estática. La muerte
no implica la aniquilación del Mu-Ntu, sino el abandono, por parte de
éste, de su envoltura corpórea humana.
La metempsicosis, creencia en la transmigración del alma de un cuerpo a
otro, no resuelve definitivamente la situación del Mu-Ntu desencarnado:
éste precisa, a toda costa, subsistir como fuerza personal, y, para
lograrlo, para evitar la extinción, la muerte total y sin remedio, busca
el contacto con sus descendientes vivos.
Estos no pueden permitirse el lujo de desentenderse de los Mu-Ntu
desencarnados de sus allegados, ya que los difuntos, antes de
desaparecer en la nada, se vuelven peligrosísimos y se vengan
despiadadamente con sus influjos negativos.
Por el contrario, si los vivos procuran «revitalizar» a un Mu-Ntu
desencarnado, éste los recompensará con su protección.
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El africano ha nacido
en una sociedad que cree en la brujería y, por esa razón, la estructura
misma de su pensamiento, desde la infancia, se compone de ideas mágicas y
místicas. Más importante todavía, dado que la magia y la brujería son
cosas vividas, mucho más que razonadas, es el hecho de que sus acciones
cotidianas se vean condicionadas por dichas creencias.
Manismo, propiamente, significa culto a los antepasados, y es innegable
que los bantús dedican a sus muertos una atención muy especial.
Para ellos, todo lo que existe es energía y el hombre es Mu-Ntu, lo que
significa energía vital, espíritu, alma. Pero, debido a esto, su esencia
no es estática e incorruptible, sino dinámica y perecedera. El Mu-Ntu
es algo que evoluciona; nunca permanece en situación estática. La muerte
no implica la aniquilación del Mu-Ntu, sino el abandono, por parte de
éste, de su envoltura corpórea humana.
La metempsicosis, creencia en la transmigración del alma de un cuerpo a
otro, no resuelve definitivamente la situación del Mu-Ntu desencarnado:
éste precisa, a toda costa, subsistir como fuerza personal, y, para
lograrlo, para evitar la extinción, la muerte total y sin remedio, busca
el contacto con sus descendientes vivos.
Estos no pueden permitirse el lujo de desentenderse de los Mu-Ntu
desencarnados de sus allegados, ya que los difuntos, antes de
desaparecer en la nada, se vuelven peligrosísimos y se vengan
despiadadamente con sus influjos negativos.
Por el contrario, si los vivos procuran «revitalizar» a un Mu-Ntu
desencarnado, éste los recompensará con su protección.
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en una sociedad que cree en la brujería y, por esa razón, la estructura
misma de su pensamiento, desde la infancia, se compone de ideas mágicas y
místicas. Más importante todavía, dado que la magia y la brujería son
cosas vividas, mucho más que razonadas, es el hecho de que sus acciones
cotidianas se vean condicionadas por dichas creencias.
Manismo, propiamente, significa culto a los antepasados, y es innegable
que los bantús dedican a sus muertos una atención muy especial.
Para ellos, todo lo que existe es energía y el hombre es Mu-Ntu, lo que
significa energía vital, espíritu, alma. Pero, debido a esto, su esencia
no es estática e incorruptible, sino dinámica y perecedera. El Mu-Ntu
es algo que evoluciona; nunca permanece en situación estática. La muerte
no implica la aniquilación del Mu-Ntu, sino el abandono, por parte de
éste, de su envoltura corpórea humana.
La metempsicosis, creencia en la transmigración del alma de un cuerpo a
otro, no resuelve definitivamente la situación del Mu-Ntu desencarnado:
éste precisa, a toda costa, subsistir como fuerza personal, y, para
lograrlo, para evitar la extinción, la muerte total y sin remedio, busca
el contacto con sus descendientes vivos.
Estos no pueden permitirse el lujo de desentenderse de los Mu-Ntu
desencarnados de sus allegados, ya que los difuntos, antes de
desaparecer en la nada, se vuelven peligrosísimos y se vengan
despiadadamente con sus influjos negativos.
Por el contrario, si los vivos procuran «revitalizar» a un Mu-Ntu
desencarnado, éste los recompensará con su protección.
Las relaciones entre vivos y muertos no son esporádicas, sino íntimas y
permanentes.
La mejor manera de formalizar estas relaciones, que pueden unir el
Mu-Ntu de un fallecido con varios descendientes suyos, es «fijarlo en la
cabeza» de cada uno de éstos como «guía» espiritual, después que el
hechicero haya adivinado, en cada caso, la afinidad de un determinado
sujeto con un determinado difunto.
También es posible que el guía resulte un Ki-Ntu, o sea, un espíritu no
humano. Esto hay que tenerlo muy en cuenta en el momento de examinar el
desarrollo africanismo en América, ya que gracias a ella, fue posible
el encuentro y la fusión entre el animismo africano y amerindio.
Para un bantú la norma última de su conducta es considerar bueno, todo
lo que favorece, en el marco de su cosmovisión animista, el
desenvolvimiento y la conservación de su Mu-Ntu, y malo todo lo que los
perjudica.
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en una sociedad que cree en la brujería y, por esa razón, la estructura
misma de su pensamiento, desde la infancia, se compone de ideas mágicas y
místicas. Más importante todavía, dado que la magia y la brujería son
cosas vividas, mucho más que razonadas, es el hecho de que sus acciones
cotidianas se vean condicionadas por dichas creencias.
Manismo, propiamente, significa culto a los antepasados, y es innegable
que los bantús dedican a sus muertos una atención muy especial.
Para ellos, todo lo que existe es energía y el hombre es Mu-Ntu, lo que
significa energía vital, espíritu, alma. Pero, debido a esto, su esencia
no es estática e incorruptible, sino dinámica y perecedera. El Mu-Ntu
es algo que evoluciona; nunca permanece en situación estática. La muerte
no implica la aniquilación del Mu-Ntu, sino el abandono, por parte de
éste, de su envoltura corpórea humana.
La metempsicosis, creencia en la transmigración del alma de un cuerpo a
otro, no resuelve definitivamente la situación del Mu-Ntu desencarnado:
éste precisa, a toda costa, subsistir como fuerza personal, y, para
lograrlo, para evitar la extinción, la muerte total y sin remedio, busca
el contacto con sus descendientes vivos.
Estos no pueden permitirse el lujo de desentenderse de los Mu-Ntu
desencarnados de sus allegados, ya que los difuntos, antes de
desaparecer en la nada, se vuelven peligrosísimos y se vengan
despiadadamente con sus influjos negativos.
Por el contrario, si los vivos procuran «revitalizar» a un Mu-Ntu
desencarnado, éste los recompensará con su protección.
Las relaciones entre vivos y muertos no son esporádicas, sino íntimas y
permanentes.
La mejor manera de formalizar estas relaciones, que pueden unir el
Mu-Ntu de un fallecido con varios descendientes suyos, es «fijarlo en la
cabeza» de cada uno de éstos como «guía» espiritual, después que el
hechicero haya adivinado, en cada caso, la afinidad de un determinado
sujeto con un determinado difunto.
También es posible que el guía resulte un Ki-Ntu, o sea, un espíritu no
humano. Esto hay que tenerlo muy en cuenta en el momento de examinar el
desarrollo africanismo en América, ya que gracias a ella, fue posible
el encuentro y la fusión entre el animismo africano y amerindio.
Para un bantú la norma última de su conducta es considerar bueno, todo
lo que favorece, en el marco de su cosmovisión animista, el
desenvolvimiento y la conservación de su Mu-Ntu, y malo todo lo que los
perjudica.
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